2/8/07

El hijo de la rebeldía remece la pantalla chica


Por: Omar Cid
Escritor e investigador Centro de Estudios Francisco de Bilbao.


El último capítulo de “Héroes” emitido por canal trece, donde se abordó la figura de Manuel Rodríguez, bajo el título de “hijo de la rebeldía” ha generado una fuerte polémica, reavivando viejas divergencias, entre partidarios de Carrera y O’Higgins.
Incluso el instituto O’Higginiano, se quejará, ante el Consejo Nacional de Televisión, por el daño a la imagen del libertador, que la serie ha traído.
Historiadores como Gabriel Salazar y Sergio Villalobos han polemizado, sobre la responsabilidad del Director Supremo, en el acontecimiento.
El señor Sergio Villalobos, excluye de toda posible culpa a Bernardo O’Higgins, sin embargo, textos como “El guerrillero Manuel Rodríguez y su hermano Carlos” de Alejandro Chelen Rojas, da contundentes argumentos sobre su participación en el asesinato, entre ellos, el testimonio de Don José Benavente, quien recuerda la confesión de Antonio Navarro, verdugo de Rodríguez, en relación a la autoría intelectual del Director Supremo, en el asesinato del guerrillero “Usted, como recién llegado al país quizá no tenga noticias de la clase de hombre que es el Coronel Rodríguez; es un sujeto funesto que podríamos temer, sin embargo, de que no le falta talento, y que ha prestado algunos servicios importantes a la revolución. Su genio díscolo y atrabiliario, le hace proyectar continuos cambios en la administración; nunca está; tranquilo ni contento, y por consiguiente su empeño es cruzarnos nuestras mejores disposiciones; además es un ambicioso sin límites. … Así es, pues, que los intereses de la Patria exigen deshacernos de este hombre temible” (Carta escrita por Don José Benavente, treinta años después de los hechos y publicada por Guillermo Matta en “La Galería nacional” en 1864).
Si a pesar de lo anterior, la memoria del señor Villalobos, resulta frágil, se puede citar al propio libertador en carta dirigida a José de San Martín el 9/09/1817 donde de su puño y letra, sugiere una salida al problema de los hermanos Carrera “Un ejemplar castigo y pronto es el único remedio que puede cortar tan grave mal, desaparezcan de entre nosotros los tres inicuos Carreras, júzgueles y mueran pues lo merecen, más que los mayores enemigos de la América”.
La suerte corrida por la familia Rodríguez: Ambrosio Rodríguez, muerto en Mendoza, Carlos, exiliado durante muchos años hasta que pudo volver, luego de la renuncia de O’Higgins, el padre de Manuel sacado de su puesto de trabajo y enviado en un exilio interno, donde muere sin conocer la suerte de Ambrosio y Carlos, son pruebas irrefutables, de la actitud del naciente gobierno, en relación con quiénes tenían una idea distinta de república.
La discusión en todo caso, no se puede ubicar únicamente en el género policial, desde esa perspectiva entonces, la discusión asumida por los medios de comunicación reduce el problema a la culpabilidad o inocencia de uno de los libertadores. Situación que puede dañar, la imagen impuesta por ciertos historiadores del ala conservadora, en relación a nuestros libertadores, pero que en ningún caso le quita mérito al aporte de cada uno de ellos en la construcción del Estado.
Profundizar desde luego, en el asesinato de Rodríguez, nos sitúa en un contexto mucho más amplio, que escapa al delito en sí, nos hace preguntarnos en definitiva sobre la razón de Estado, impregnada de esta modernidad naciente, hija del orden hegemónico por imponer.
En esa lógica, la muerte juega su papel de acontecimiento político, y la razón de Estado, la puerta escondida que nos permite preguntarnos sobre nuestra propia historia.
Se trata entonces, de releer la historia patria, desde el viejo discurso “del mal menor”.
Si se quiere en términos académicos, el intento es replantearse la historia usando el método genealógico, para confrontarnos con los usos de la razón de Estado, a las puertas del bicentenario.
Manuel Rodríguez, es nuestra puerta de entrada, para elaborar la cartografía, de la defensa de la institucionalidad, en los diversos contextos históricos.
El nuevo impulso dado a su figura, a partir de la imagen, del icono, rompe efectivamente con el mito, del guerrillero apasionado e idealista, para ubicarnos en el hombre de letras y leyes, que cumplió diversos cargos públicos, que fue capaz de separar las divergencias entre los bandos existentes, en el proceso independentista, para ponerse al servicio de la causa de la libertad de Chile y América, en la medida que estuvo bajo el mando de José de San Martín, preparando las condiciones para el ingreso del ejercito de los Andes.
Rodríguez, pasó a la historia a pesar de sus adversarios, y se quedó en la memoria no sólo del pueblo chileno, que de vez en cuando, si las condiciones lo ameritan, siempre ha estado dispuesto a recoger su legado.